La noche eterna de rock de Miguel Ríos

El cantante granadino cierra de manera brillante el Festival Internacional de la Guitarra con un concierto inolvidable | Casi 3.500 personas acaban rendidas ante un artista irrepetible

El espectáculo lo sirve él con su sola presencia. Los fuegos artificiales que lo culminan son su voz, inextinguible y envidiablemente resistente. Quien pudiera alcanzar su edad -75 primaveras- mínimamente cerca de su vitalidad, sobre todo en el apartado artístico. Claro está que no es aquel prematuro genio de comienzos de los sesenta -del siglo XX-, pero pocos pueden presumir de un mantenimiento de su herramienta de trabajo -y mire que suena feo- como lo hace él. Más bien, casi ninguno se aproxima a su nivel transcurridas más de cinco décadas -va para seis-. Por este motivo y por su personalidad, comprometida tanto como simpática, es incombustible. De ahí que sea capaz, camino de los ochenta, de llenar espacios como el teatro de La Axerquía. Con ustedes, el dueño del auténtico rock en España: Miguel Ríos, el incansable no se sabe cuántas veces retirado…

Más de una vez anunció su adiós a los escenarios. Tantas otras lamentó su legión de seguidores la decisión. En ninguna de las ocasiones cumplió, por fortuna. Miguel Ríos sigue con El blues del autobús, con vida en la carretera y corazón sobre las tablas, ya sean de madera o cemento. Este sábado el material del suelo era el segundo. Eso sí, en un lugar idílico que demostró conocer a la perfección. Sobre el granadino recayó la enorme responsabilidad de cerrar la trigésimo novena edición del Festival Internacional de la Guitarra de Córdoba, un evento que requiere un giro reflexionado pero que está excesivamente menospreciado. El instrumento de las seis cuerdas pasó a un segundo plano de forma ilógica y sin embargo la participación de artistas -poca gente merece realmente dicha definición- de la talla del roquero le otorgan nivel.

Como siempre, de un tiempo a esta parte, tras conocer el programa del Festival hubo críticas. La mayoría con argumentos tan simples que resultaban irrisorios. Es difícil imaginar un ataque a Rolling Stones o Paul McCartney en lugar alguno, no sólo en el Reino Unido. No existió cuando Bob Dylan, que acumula un buen puñado de años de desidia sobre los escenarios, fue la estrella de este mismo certamen en 2004. Pero España está a la vanguardia de la modernidad, que significa romper en absoluto con lo longevo. La veteranía está maldita en este país, donde la moda es que te guste lo neo pop, lo que marca tendencia porque sí, porque es supuestamente novedoso y, sobre todo, hecho en la actualidad. Sin embargo, la verdadera música es intemporal: en este ámbito no tiene -o no debería tener- peso alguno la obsolescencia programada. Antes se producían obras perdurables, hoy día -sin generalizar- son de usar y tirar.

Sigue leyendo en Cordópolis

No hay comentarios

Envía tu Comentario