Miguel Ríos, el rockero inmortal

Hablar de Miguel Ríos es hablar de la historia de la resistencia rockera. Su carisma, su timbre, su tenacidad y su relación con el rock –fiel hasta la muerte– lo convierten en el rockero inmortal de este país.

Nunca habrá un Miguel Ríos, al igual que no habrá otro Elvis, ni otro Chuck Berry, ni otra Aretha Franklin, ni otro Mick Jagger. El cantante granadino llevo subidos a los escenarios casi 60 años, sin contar sus actuaciones en las celebraciones de fin de curso cuando el artista no se imaginaba –y aún le cuesta creer– que llenaría estadios.

«Nunca digas de esta agua no beberé», reza el refrán. El regreso de Ríos a los escenarios tras su gira de despedida Bye, Bye Ríos, Rock hasta el final, se veía venir. El cantante volvió a mojarse en «el río aquel» al participar en el tour 20 aniversario de El gusto es nuestro donde se reencontró con sus compañeros Ana Belén, Víctor Manuel y Joan Manuel Serrat. Aquel mágico encuentro entre el rayo eléctrico del granadino y la cadencia de Josep Pons comandando la OCG en el Festival de Música y Danza el 7 de Julio de 2017 lo cambió todo.

Después de escuchar sus canciones en el Palacio de Carlos V cayó en la cuenta, como dijo en la presentación de Symphonic Ríos en Madrid, de que «el rock es un elemento vivo que ha contribuido al desarrollo del ser humano, como la música clásica”».

A pesar de cancelar su actuación en Bilbao y en Sevilla por problemas en la voz –en concreto una disfonía moderada-severa por laringitis aguda–, el rockero no ha renunciado a una noche en Granada con un Palacio de Deportes lleno a rebosar de «nietos del rock and roll». Decenas de personas se plantaban horas antes en las inmediaciones del recinto para calmar nervios ante lo que muchos fans definieron como «concierto del año en Graná».

Lástima que un problema con los códigos de las entradas sacadas por internet retrasara el concierto más de media hora. Cientos de granadinos han hecho cola durante una hora para validar su ticket en el departamento de incidencias –dos casetas había abiertas para ello–. «Ha habido un problema con las entradas. Rogamos disculpas», declaraba una persona de la organización sobre las 21:15.

El cantante se plantó a las 22:00 en el escenario vestido de negro –como de costumbre– en compañía de la Orquesta Sinfónica Universal Music, creada para la ocasión, y del cuarteto rockero los Black Betty Boys. Dirigida por el maestro Carlos Checa, la formación y el propio Ríos formaron un tándem –en compañía de los Black Betty Boys– que soportó la friolera de dos horas de concierto.

El inicio del explosivo y redondo concierto engañó por momentos al público. Los 50 músicos de la Orquesta Sinfónica Universal Music tocaron la melodía de Santa Lucía, Bienvenidos y El himno de la Alegría. El solo del guitarrista José Norte advirtió el acento rockero del directo. Todo por la gloria que da el escenario. / Todo por la patria de vivir / sin horarios. / Por ver tu careto en las carteleras. Que susurren tu nombre las camareras. Miguel Ríos inauguraba su recital con Memorias en la carretera donde confesaba en un in crescendo de la orquesta que le vale con «tener por bandera una banda rockera / y un buen botiquín contra la ronquera».

 

Sigue leyendo la crónica de Isabel Vargas en Granada Hoy

 

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